Dicen que lxs hermanxs de en medio lo pasan fatal porque nadie les tiene presentes. Pues bien, yo hoy vengo a hablar de los virus de en medio, aquellos a los que nadie hace caso porque el recién llegado, el COVID, se lleva todo el protagonismo. ¡Pero que también merecen nuestra atención! El primero que quiero señalar, por ser uno de los que más me desestabiliza, no es
A mí, que nunca me gustaron los parques de atracciones, me están costando estos días de confinamiento, que son una montaña rusa emocional. Y supongo que a ti también. Subidas, bajadas, acelerones, frenazos. Empujado por el ritmo habitual que llevábamos hasta hace poco he consumido y generado un montón de contenido: gimnasia, recetas, memes, series, directos… y con ese abuso he llegado a estar más conectado con lo de
Con el confinamiento vino el reencuentro. Con nuestro interior (fantasmas, temores, ansiedades… pero también con nuestros anhelos, esencia o aptitudes) y con nuestro exterior. Es curioso el efecto que ha tenido esta situación para reactivar grupos de whatsapp, volver a llamar a aquella amistad o familiar. Y quizá por esa necesidad tan humana de contar y escuchar historias, o por la pulsión de compartir, han surgido un montón
Todo el mundo quiere un espacio seguro. Ahora más que nunca. De repente somos conscientes de nuestra vulnerabilidad, de la importancia de la salud. Para mantenerla nos han dicho que debemos ser responsables y aislarnos. Salir lo menos posible. No tocar a nadie, no besar a nadie. Nos han pedido que eliminemos de nuestro día a día aquello que nos hace humanos (seres sociales, en comunidad) y trasladado las
Esquivé a la muerte. Por unos minutos. Los que se tarda en salir del metro Liceu y montarse en bicicleta. Llegué a casa y recibí la noticia. El impacto. El barrio fue acordonado. Barcelona, nuestra ciudad, la de todos, ensangrentada. Rasgaron la arteria vital que tantos cruzamos a diario. Y del horror surgió la esencia de esta población y sus gentes: el apoyo inmediato a las víctimas, los traslados
Toda la vida eché pestes del fútbol. Que si por ahí se sublimaban determinados conflictos. Que si era el nuevo opio del pueblo. Que si los jugadores me parecían unos tronistas… Que si para cuándo alguno sale del armario y deja de ser un ambiente tan primitivo… Lo mejor del fútbol hasta la fecha eran las piernas (y continuaciones) de los participantes. No penséis que a mi alrededor
Los feos son mejores amantes. Vamos, que se lo curran más en la cama. Los guapos están demasiado ocupados en posturitas favorecedoras o en que los idolatres. No, los mejores polvos no son con los tíos buenos. Eso afirmaban discutían unas compañeras de trabajo mientras yo me miraba al espejo y pensaba: hoy podría ser el campeón del colchón. La clave: llevaba unos pelos equiparables a una obra de
