Para enamorarse de les Terres de l’Ebre
Mi abuelo amaba los ríos y en especial el Ebro. “Si alguna vez desaparezco, me encontraréis en su delta”, decía. Al igual que él, pero por otros caminos, yo llegué también a amar ese regalo de la naturaleza. El río Ebro es como el oro en el arte japonés del Kintsugi: repara heridas sin ocultarlas, haciendo aún más bello el objeto dañado. Antes de encontrarse con el mar,
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