Accidentes y Exclusivas

Cualquier día tendremos un accidente haciéndonos fotos por la calle. Pero, por el momento, es de otros accidentes de los que hablaré. Sigan leyendo 🙂
Tengo un par de amigas y Musas por accidente con las que intentamos reunirnos todos los martes (sí, sí, ese día que ni te cases ni te embarques). Y digo por accidente porque nuestra amistad se afianzó tras embestirnos a los tres un coche robado, y a la fuga, en pleno centro de Barcelona.

Las hermanas Softonich eran tan pudorosas que tuvieron que ir a rehabilitación. Ésta es la foto de graduación al alta del tratamiento.
Tras el shock nos enviaron juntos a rehabilitación, y formábamos tanto escándalo que nos separaron. Pero como lo que une un choque del destino no lo puede disolver un rehabilitador, aquí seguimos, años después.
En estos tiempos en que todo es virtual, nosotros hacemos por encontrar espacios físicos donde darnos calorcito. Algunos martes tenemos tantas cosas que contarnos que ponemos orden del día. Otras, simplemente, nos achuchamos. Lo llamamos “tarde de Lisis” (por lisiados).

Madame Júsdógánge era muy aficionada a la cervezuqui. Claramente, una buena candidata para venir una tarde de Lisis.
Aunque sea nuestro momento, nos gusta que se incluyan otras personas de vez en cuando, por lo que hemos llegado a la conclusión de que no sólo tenemos una moral muy ligera, sino que nuestras tardes no son del todo exclusivas.
¡Ay, la exclusividad! Con la exclusividad topamos la última tarde de Lisis. ¿Por qué mucha gente quiere la exclusividad sobre sí misma pero no al revés? ¿Para sentirse especiales?

Lali, Pepi y Juli eran tan buenas amigas que compartían sin problemas al único marinero de la zona. Eso sí, cada una respetaba el turno de la otra y no interrumpía.
Las parejas exigen exclusividad, las agencias inmobiliarias la solicitan, las empresas la piden… pero a la hora de la verdad abunda la falta de compromiso (o el pánico al mismo), el poliamor y el pluriempleo.
Nosotros teníamos diferentes puntos de vista sobre la exclusividad, pero no sobre la renuncia. Renunciar (que no es igual a adaptarse alegremente a algo) puede pasar factura.

Suzuki (se llama Susana, pero como le gusta tanto Japón…) parece también tener la suficiente ligereza moral como para unirse a las tardes de Lisis.
Así que ahí nos teníais a los tres, hablando de los sueños a los que no queríamos renunciar, cuando una Agencia Literaria que me encanta me planteó firmar con ellos. ¡Toma exclusiva! ¡Justo ahora! ¡En plena baja! ¿Será por accidente? Lo dudo.
Aunque cosas muy buenas pasan por accidente.

Aquí me tenéis, en el portal de Sandra Bruna Agencia Literaria. ¡No gana uno para emociones! Por cierto, que la señora de la portería no quiso salir conmigo pese a que se lo ofrecí.
¡Sed muy Felices!
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¡¡Bien por la agencia!! Si te han fichado es que son buenos.
Jajaja. Me encanta (y adula) tu punto de vista. ¡Besos!
Querido HKB; cuanto me alegro por la noticia. Ahora esperamos con impaciencia tu libro.
Un abrazo!
¡Eso eso! ¡Que salga el libro! ¡Y que lo celebremos! BESOS ENORMES 🙂
Amor¡¡¡¡¡¡ yo como siempre te leo tarde jajjajajajaj
Eres el mejor accidente de mi vida¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Muaaaakkksssss
¡Oh! ¡Me emociono! TE ADORO MUSA <3