Desajuste banal

Dayana Desajusté Frapé iba para esquimal congoleña pero terminó de astronauta sueca. Afortunadamente no le supuso un trauma. Aquí en su graduación espacial.
Alaska quería ser Santa, yo quiero ser frívolo. Pero la vida no me deja. Claro que tampoco puedo ser serio del todo. Tengo un acusado desajuste de facetas espacio – tiempo.
Me explico: voy a un evento glamuroso, me pongo a beber cava (o lo que se preste), y en vez de hablar de lo bonitos que son los vestidos termino… diagnosticando. ¿A los presentes? ¡Qué va! ¡Eso sería demasiado fácil! ¡A sus hijos!

Yamadory Wisconsin cocinaba tan mal que sólo pudo dedicarse a la cocina en hospitales y conventos. Allí nadie notaba nada.
Hay quien lo llama deformación profesional, pero a mí se me ocurren otros nombres peores.
Estoy en la terraza de un hotel, junto a la piscina. Verdejo en mano. Hablando con Musas y no Musas sobre lo divino y lo humano, o, generalmente, sobre sexo. ¿Por qué tengo que acabar proponiendo un proyecto de inserción a uno de los presentes? ¿Es que no puedo beber y callar? Pues no.

Los padres de Cleo fueron grandes “desajustados”. Para empezar, pensaron que ése era un nombre súper contemporáneo para su hija. Así andaba ella, cegada perdida.
Otros de mis grandes descarrilamientos en momentos de glamour, y hasta en la peluquería, son:
– ¿Quieres que te oriente a un buen psiquiatra?
– Para que la pareja funcione mejor podríais probar…
– No, no, para tramitar esa ayuda tienes que ir a… y no, no es lo mismo incapacitación que discapacidad o dependencia.
Adiós superficialidad, hola momento confesiones.

Antonio Maldía era un chico que no acababa de entender el concepto “vestirse para el verano”. Algunas picaban, no obstante.
Os aseguro que yo me esfuerzo en ser banal. ¡Si no paro de hacerme escotes cada vez más pronunciados con Manoli! Pero nada. De hecho he acabado generando una dinámica ocupacional con Manoli y sus colegas modistas. Soy lo peor.

A la neurocientífica Adelaida Paluego lo que más le preocupaba era su outfit of the day en instagram Aquí, subiendo un triple look antes de una conferencia.
Imagino que para compensar, la vida me da una de cal y otra de arena. O lo que es lo mismo: puedo estar en mitad de una reunión seria, hablando de pacientes, y, al terminar, no poder resistirme y decirle a una doctora: los zapatos que verdaderamente te favorecerían serían…

Hilario Machoman se jactaba de bruto y varonil. Pero eso ya no se lleva. Aquí, creyendo que ligaba cuando en realidad lo iban a lanzar a la hoguera.
O que justo tras comunicar una situación grave te venga la jurista y te pida consejo sobre a qué estilo le favorecería más. Hasta dando clases en la Universidad he terminado recomendando peluquerías a colegas y alumnos.

Dorotea Gendarmeríe quería recomendar peluquerías y coronas, pero su buena mano con los niños la empujó a montar la ONG Herodes-free
Otros grandes clásicos que me suceden en el hospital son:
– Doctores que te buscan urgentemente para que les recomiendes un restaurante
– Consultas de enfermería sobre qué ponerse para un evento

La vida en el hospital es muy dura. Hay quien se lanza a los ansiolíticos, pero las hermanas y enfermeras, residentes en Santander Distrito Federal, Johansson – Valladolid, se tiraban a las bebidas gasificadas. El dueño de la máquina se forró.
Una parte de mí sufre por si no se me toma en serio en el espacio – tiempo adecuado. La otra se alegra de tener un contrapeso que no me arrastre demasiado a ninguno de los dos extremos. Pero desajustado, lo que se dice desajustado, estoy. No hay duda.
¡Sed muy Desajustados y Felices!
Podéis chafardearme en Instagram
🙂 Grupo de Hong Kong Blues en FACEBOOK.
No parece un desajuste; más bien movimientos compensatorios. Seguro que la gente de tu alrededor en esos momentos está encantada, con ajustes, reajustes o desajustes. ¡Eres lo más, como digo yo!
¡Ay! ¡Ojalá tengas razón! ¡BESOS!
Querido HKB: precisamente es ese uno de tus encantos: la ambivalencia que tanto diagnosticas una disfunción familiar, como diseñas un dos piezas, jajaja.
Un abrazo!
Jajaja. ¡Gracias!
Me obligas a recordar aquello de que “lo importante es
ser uno mismo”. Y tu mismidad no parece estar
desajustada.
Me encanta tu reflexión. ¡Un abrazo enorme!