Cara de Oreja
Tengo cara de oreja. Sí, es así. Yo quería tenerla “de cama” (que es como en mis años mozos decían de la gente sensual con la que te apetecía tener un rollo) pero no. De oreja. Y de un tamaño considerable. La oreja, no la cama. Porque además no tengo que hacer nada, ¡qué va! Yo puedo agachar la cabeza, intentar no mantener contacto visual… da igual, la persona
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